Creo que, en una de mis primeras entradas, no puedo evitar expresar el pesar, y muchas veces impotencia, que lo invade a uno al tener que ser testigo de la desigualdad que se vive en nuestra sociedad. Es difícil comprender como, un país tan extenso, capaz de generar alimentos para tantas personas, alberga niveles de pobreza y exclusión tan importantes.
Esta es la cuenta pendiente que tenemos los argentinos, y en líneas generales todo el pueblo latinoamericano, con sus hermanos. Tenemos la obligación de generar conciencia entre nuestros pares, y cimentar de esa forma las bases de una sociedad mas justa. Nuestro deber no culmina con el sufragio, debemos ir mas allá, tenemos que comprometernos con el cambio, participar en él.
Por eso le pregunto, a quien sea que esté leyendo este blog, si está haciendo su parte, por ínfima que sea, para generar una sociedad distinta. Si la respuesta es afirmativa, me gustarñia conocer su experiencia; en caso contrario, nunca es tarde para empezar a participar.
No podemos considerar a la infancia que se cría en las calles, pidiendo dinero a los transeuntes o limpiando parabrisas, como un estorbo, porque ellos son parte de nuestro futuro. Si los condenamos a una vida de exclusión, nos estamos coondenando a nosotros mismos.
Esta es la cuenta pendiente que tenemos los argentinos, y en líneas generales todo el pueblo latinoamericano, con sus hermanos. Tenemos la obligación de generar conciencia entre nuestros pares, y cimentar de esa forma las bases de una sociedad mas justa. Nuestro deber no culmina con el sufragio, debemos ir mas allá, tenemos que comprometernos con el cambio, participar en él.
Por eso le pregunto, a quien sea que esté leyendo este blog, si está haciendo su parte, por ínfima que sea, para generar una sociedad distinta. Si la respuesta es afirmativa, me gustarñia conocer su experiencia; en caso contrario, nunca es tarde para empezar a participar.
No podemos considerar a la infancia que se cría en las calles, pidiendo dinero a los transeuntes o limpiando parabrisas, como un estorbo, porque ellos son parte de nuestro futuro. Si los condenamos a una vida de exclusión, nos estamos coondenando a nosotros mismos.